lunes, 27 de enero de 2014

Nosotros / De tal palo tal mina

De tal palo tal mina
Proveniente de un linaje de artistas, Patricia Breccia se abrió paso a puro lápiz y pincel en una profesión donde abundan hombres. De chica vivó entre esquelas de Ray Bradbury y dibujos de Jean Giraud (Moebius). Sin dudas, una destinataria afortunada que, aún hoy, se asombra de aquellas experiencias.
TEXTOS. LUCAS CEJAS. fotos. gentileza patricia breccia.
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Patricia Breccia incursionó en el mundo de la historieta portando un apellido que confiere orgullo pero al mismo tiempo responsabilidad. Es una de las mujeres que actualmente publica en la revista Fierro y conversó con Nosotros dando cuenta de su historia y de un oficio heredado de manos del maestro Alberto Breccia, su padre.
- Comenzaste de cadeta con el Tano Cascioli y el Gordo Blotta. ¿Cómo fue ese comienzo y si fue duro para una piba empezar así?
- Bueno, yo quería empezar en este medio y no me importó demasiado si tenía que empezar de cadeta. Me parecía divertido estar en Satiricón porque, la verdad, trabajaba poquito y me dio la posibilidad de conocer a casi todo ese grupo de dibujantes y humoristas. Luego, con los años, volví a trabajar con ellos, pero ya como dibujante.
- ¿En qué lugar de tu casa dibujabas de chica y cómo era el estudio de tu viejo?
- Dibujaba, casi siempre, en el estudio de mi viejo y tirada en el piso... Bueno, el estudio de mi viejo era hermosísimo, estaba tapizado de libros desde el piso hasta el techo (cuatro mil volúmenes) y de cuadros, había cuadros y dibujos por todos lados. Mucha madera, gatos, y unos enormes ventanales por donde entraba el sol y el perfume de los jazmines que subía desde el jardín. Ese estudio era un sueño. Mi viejo estaba siempre dibujando y yo lo veía de espaldas, claro. Recuerdo más su espalda encorvada sobre el tablero que cualquier otra cosa.
- ¿Recibían visitas en esa casa de Haedo?
- Sí, la casa de Haedo era muy frecuentada, siempre venía gente amiga o alumnos de mi viejo. También dibujantes, guionistas y escritores. Era demasiado cálida y amigable.
- ¿Cómo fue la anécdota de Ray Bradbury?
- Yo era una adolescente que leía sin parar y estaba descubriéndolo a Bradbury; él ya era uno de mis escritores favoritos. Había quedado fascinada con su cuento “El lago”, así que se me ocurrió ilustrarlo. Fue así que, unos días antes, en un reportaje publicado en la revista “Gente”, él contaba, en el final de la nota, que vivía en Los Ángeles (California). Así que, con esa poca información, se me ocurrió escribirle una carta. Yo le contaba que lo admiraba, que era una chica argentina y que mi padre era dibujante. Le pregunté a mi viejo y él me dijo que se la mandara “que total...”. Pasó un mes y me olvidé del asunto. Hasta que, una mañana , mi viejo me despierta trayéndome el desayuno a la cama y en la bandeja, debajo de la taza, asomaba el sobre ¡¡con la carta de Bradbury!!! Esa mañana fue el día más feliz de mi vida. Y supe, cuando toqué ese sobre, que iba a amar a ese escritor como a ningún otro. Y así fue, hasta el día de hoy.
- Además de tu viejo ¿quién fue una influencia para vos?
- Muchos dibujantes... Crépax, Muñoz. Bueno, no sé si fueron una influencia pero me gustaba mirarlos. En realidad, creo que todo lo que vi y leí desde chica tuvo que ver en lo que hice después, desde “La pequeña Lulú” hasta “Valentina”.
- ¿Había minas artistas dentro de la historieta en ese momento? Quiero decir, cuando te asomabas a la historieta.
- No recuerdo que hubiese minas que hicieran historieta ni humor cuando yo empecé. De hecho, en las revistas donde yo publicaba no había mujeres que dibujaran. Aparecieron mucho después. La única mujer que hizo historieta antes que yo fue Martha Barnes.
- ¿Qué es lo que más recordás de las bienales en Córdoba durante los ‘70 y ‘80? ¿Cómo viviste esa etapa, que te aportó?
- De las Bienales de Córdoba lo que recuerdo era la enorme convocatoria que tenían. Era impresionante la movida cultural que había en esa época, aunque suene extraño, porque estábamos en plena dictadura. Estaban las revistas Hortensia, Mengano, Media suela., etc.. Eran encuentros hermosos porque iban todos o casi todos los dibujantes y uno la pasaba muy bien. Cuando se realizó la Bienal Internacional, en los almuerzos podías estar comiendo al lado de Pratt o de Moebius. Ése era el nivel de aquellas épocas.
- ¿Por qué, aun cuando la década del ‘80 fue una bisagra o provocó una ruptura en distintos órdenes de la vida social y cultural, las minas que se dedicaban a dibujar (algo tan habitual entre tipos) eran dos o tres? Vos y Maitena eran referentes inmediatas, no?
- Cuando yo empecé a publicar, como dije antes, las minas eran una: yo. Luego, fueron apareciendo otras, seríamos tres o cuatro, no más. Sí, supongo que habremos sido referentes para las chicas que querían publicar.. aunque no lo sé, la verdad.
- Contá algo de tu experiencia en la Fierro inicial. ¿Colmaba tus expectativas?
- La Fierro inicial fue una revista que marcó un antes y un después en lo que se refiere a revistas de historietas. Fue distinta a todas y publicar ahí era lo mejor que te podía pasar. Y encima, ¡estaban todos!
- ¿Tu padre alcanzó a ver publicada alguna historieta tuya?
- Sí, claro que la vio. La primera historieta fue “Sol de Noche” pero antes yo había publicado humor para otras revistas. Mi viejo siempre me alentaba con el trabajo. A él le gustaba mucho lo que yo hacía. Bueno, ¡era mi viejo!
- ¿Por qué las editoras en el mundo de la gráfica están supeditadas al universo de las revistas pasatistas tipo “Cosmopolitan” o “Para Ti”? ¿Cuál es el motivo por el cual una mujer no puede editar historietas pero sí horóscopo chino y “tips para enloquecer a tu chico”?
-Yo creo que porque sigue existiendo un concepto un tanto machista de que la mujer se mueve más cómoda en un mundo de recetas, modas y tips para atrapar al “ hombre ideal”. Y un poco de eso, todavía, sigue estando vigente. Tiene que ver con la propia mujer que lo sigue demandando y consumiendo. Son culpas -si se le puede llamar culpa- que están repartidas entre el editor que vende pescado podrido y la mujer que lo compra como si fuera fresco. Con respecto a tu pregunta de por qué una mina no puede hacer otra cosa que un dibujo infantil o ñoño, habría que preguntárselo también a las minas que no se atreven a hacer otra cosa o no quieren. Yo podría haber empezado mi carrera ilustrando para chicos y, sin embargo, empecé haciendo humor. Son elecciones personales.
- ¿A qué atribuís la falta de medios (exceptuando la Fierro actual) para publicar?
- Atribuyo la falta de medios para publicar a una total falta de olfato por parte de los editores. Este país ha sido y es uno de los más grandes consumidores de historieta, tenemos una tradición que, yo creo, sigue estando intacta. Para mí es un misterio que nadie apueste a las revistas de cómics.
- En el contexto internacional -aparte de tu viejo-, ¿a qué artista hombre/mujer admirás?
- A la francesa Bretecher. Es como Quino, pero en mina.
- ¿Pudiste insertarte en el mercado editorial internacional?
- Sí, hace muchos años que trabajo para Italia.
-Tenés una tremenda galería de dibujos hechos por colegas internacionales, contame algo de eso, ¿donde los guardás?
- Si, los fui acumulando en diversas bienales y en festivales donde fui invitada años después. Los guardo a todos en una enorme carpeta.
- ¿Cómo fue laburar con el querido Guillermo Sacomano?
- Trabajar con Guille fue más una diversión que un trabajo.
- ¿Intercambiaban ideas, las discutían o ejecutabas al pie de la letra el guión?
- No, yo siempre metía cosas mías en el guión. Se lo hacía decir al Gato Barbieri. Con “Sol de Noche” yo empecé a dibujar como pequeñas historias paralelas que jugaban con la historia central. Podían ser cucarachas que hablaban o el propio Barbieri. Con Guille podíamos hablar tomando un café o una cerveza, pero siempre nos divertíamos con las historias.
- ¿Te gusta cambiar de estilos o tratás de mantener tu impronta?
- Supongo que tengo un estilo que me identifica, aunque a veces lo cambie según la historia.
- ¿Cómo es un día tuyo?
- Mis días nunca son iguales. Aunque me gusta la rutina jamás la logro. Me levanto, saco a mi perra y después me dedico a tomar mate y a dibujar. ¡O todo lo contrario!
- ¿Tenés algún proyecto a futuro en el cual te encuentres trabajando?
- Por el momento, estoy trabajando para Italia y para Fierro con mi historieta “El Horóscopo”.
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