sábado, 20 de diciembre de 2008

"La Trágica vida de Inocencia Cadalso" (una mujer con olor a bencina)

Sin embargo, los meses pasaron y el cielo no escupió ni un solo sapo...
quiero decir, que la tormenta que parecía avecinarse sobre el horizonte del matrimonio de Pasalaccua con Porota, siguió de largo hasta el Hospital de Agudos, donde Martita y el pusilánime del doctor, pasaban las horas haciéndose arrumacos en el entretiempo que le dejaban los turnos que cancelaban algunos de los pacientes.
Martita y Pasalaccua se entregaban a las mieles de la pasión con la misma entrega de un cura principiante frente a las primeras misas, es decir: Con temor y dedicación. y Martita era, para Pasalaccua, esa ostia de bendición que la aguerrida de su mujer le negaba , con Porota, el hecho de abrir la boca y sacar la lengua era inútil, la paz no llegaría nunca, ni en forma de ostia, ni en forma de mujer.
Sin embargo, Pasalaccua la amaba, la saña con que Porota ejercía su matriarcado, complementaba en el, las carencias que arrastraba desde su infancia, y lo acercaba, despacio, como quien se acerca a un precipicio, a la "seguridad" de esa niñez desvalida, pero conocida.
Martita, en cambio, era todo trino y pasión, su fealdad la habia convertido en una mujer agradecida y sumisa, "Sí, doctor...""Cómo no, Doctor..., "Lo que usted quiera,Pasalaccua"
repetía en voz baja, con los ojos en blanco y en actitud sufriente, ante los requerimientos canallas a los que Pasalaccua a veces, la sometía, igualándose miserablemente a Porota en la fiereza, y mimetizándose con ella...

domingo, 7 de diciembre de 2008

" La Trágica vida de Inocencia Cadalso" ( Una mujer con olor a bencina)

La verdad, daba pena verlo.
Porota era una verdadera maestra en el arte de someter a un hombre, como si el resentimiento de haber transitado por una vida oscura y aburrida , le concediera sobre su marido, el derecho de la humillación y la burla...Pasalaccua la obedecía en silencio,y en la intimidad de su hogar, proyectaba furtívos encuentros dentro del hospital de Agudos donde pasaba sus dias y las horas, en compañía de Martita, una histórica amante,y enfermera especializada en el area de Cardiología, que no lo había abandonado
nunca, el hecho de ser 0nce años mayor que él, soltera de por vida y más fea que una traición familiar, la condicionaban a cuidarlo como a una joya de orfebrería...
Ya lo dice el dicho, "siempre hay un roto para un desconocído...o era un descocído..?para el caso es igual, el doctor era, para el autoritarísmo de su mujer, lo que se llama un perfécto extraño,la saña con que Porota lo trataba puertas adentro, reflejaba que le había dado el Sí, a un pusilánime al que despreciaba con todas sus fuerzas, y al que desconocía. Sin embargo, Pasalaccua era un buen hombre, ¿pusilánime,...? puede ser, ¿un pasivo al que el despotísmo de su mujer lo proyectaba a lo peores momentos de su infancia...? puede ser. Pero...¿por qué y para qué se habían casado, qué promesa demencial se habría sellado entre las paredes de ese oscuro cuartucho de Parque Patricios, a la vista de nadie y con la pegajosa unión de esos dos cuerpos mas condenados al fracaso, que a una vida ordenada y felíz...?
Como dije, daba pena verlo.
y las murmuraciones maliciosas, pero verdaderas, que mantenía una doble vida dentro del Hospital de Agudos , llegaron a oídos de Porota, con la sentencia de una partitura fúnebre ...pero Porota, no escuchaba, Porota no veía, Porota solamente dirigía el destino de su marido, con el mismo odio y la fuerza de un perro atado por el pezcuezo a un arbol...durante horas y bajo el sol del verano.
pero para afuera, es decír, con sus pocos amigos, y su poca familia, Porota quería hacernos creer que su vida matrimonial con el palo seco de Pasalaccua era lo más parecido a haber tocado el cielo con las manos,
sin embargo, el cielo nos anunciaba para los próximos meses, que lloverían sapos de trompa...