(de Psicópatas, y otros cuentos)
“Abel"
Abel era un muchachote fornido, de ojos
almendrados y negros, y toda su figura, desde la cabeza a los pies, daba la
impresión de ser como un frontón, derecho, impenetrable, macizo.
El amaba a su madre como un amante, o como en los comienzos la había amado su padre, es decir: con pasión y con irresponsabilidad. Pero además, y como no podía ser de otra manera, Abel la detestaba por ese mismo amor, que el intuía mas enfermo... que cualquier perro enfermo de la calle.
Cuando el la nombraba, el cielo se abría como un enorme tajo, y las tormentas de todos los
países sub-tropicales, con todos sus rayos, y todas sus centellas, caían con
furia sobre la ciudad, golpeándola una y
otra vez…
Sin embargo, él insistía en odiarla, (aunque
la amaba) de manera pareja y sistemática, tanto la odiaba, que a su alrededor
pagaban todas las mujeres, algunas por pecadoras, y otras por justas. El odioamor
de este muchacho por su madre era tan grande, que no conocía fronteras, no respetaba estaciones
ni edades, ni siquiera podía reconocer cuando alguien le tendía una alfombra de alegría a sus pies,
para que pasara y se olvidara de todo, hasta de su nacimiento.
Pero… así
eran las cosas, no se vislumbraba ninguna
solución en el horizonte, por lo tanto, cada noche, y cada día, a la salida del
sol, o con la llegada de la luna, Abel salía a enamorar mujeres para completar
su venganza.
El llanto
de ellas, era su alimento.
El amor
deshecho, su cobijo.
La
desesperación, su gozo.
Después
de abrazarlas en las esquinas, y mirarlas
a los ojos por última vez...
Telefoneaba a su madre, con la exacta puntualidad de un
novio.
Escalofriante. Aunque de algún obtuso modo: Bello.
ResponderEliminarAplauso. Reverencia. Telón.
Mario