El adiós.
Para
poder irse, como el viento,
primero
llegó el odio, y después el olvido,
pero con
el olvido, recordó.
Entonces,
comenzó a morirse de momentos,
y se
abrazó a una tarde,
y después
a una noche, y a una calle precisa,
y a una
mañana de verano, y a una larga ventana
bajo una
sombra sucia.
y repitió
nombres y apellidos, y canturreó bajito,
y devoró
una fruta, y arremango´una espalda
y
lentamente , como quien no quiere volver
pero
volviendo, se despidió con la promesa
de la
lluvia, y entró al sol para siempre...
sin permiso.
Decir cualquier cosa es corromper lo ya dicho.
ResponderEliminarPor eso solo te dejo un beso...
...y me voy
Mario